Érase una vez un caballero andante, cuyo nombre no importa ahora; que se encontraba en medio de la nada, a su alrededor partían innumerables caminos, pero todos llevaban a ninguna parte y aunque el sitio donde se encontraba era muy hermoso, rodeado de árboles y de pájaros multicolores, él se sintió cansado, derrotado y sin fuerzas, no sabía hacia dónde ir ni qué camino tomar.
Miró a su alrededor y se sintió perdido, – a dónde voy Dios del cielo- , pensó, – si al menos tuviese algún motivo para coger un camino u otro, pero no se a dónde me pueden llevar y me siento débil y demasiado solo para empezar a caminar de nuevo – .
En su soledad volvió a levantar los ojos y mirando hacia los cielos exclamó, – Dios mío, por qué me has abandonado – , bajó la cabeza hacia el suelo y dos lágrimas rodaron de sus mejillas yendo a caer al suelo.
Tanto fue su dolor que los cielos se estremecieron y un ángel en forma humana se materializó a sus espaldas – hola, de dónde eres – preguntó el ángel en forma de mujer, el caballero se giró sorprendido puesto que no había oído acercarse a aquella mujer que le preguntaba y saliendo de su asombro le contestó – Soy un humilde ser de la tierra de los hombres olvidados – – y vos, de dónde habéis salido, no os he oído llegar – la mujer-ángel, le sonrió por primera vez y esa sonrisa fue para el caballero bálsamo para su dolorida alma, por primera vez desde hacía muchos años se sintió reconfortado, no supo por qué, pero instintivamente levantó los ojos al cielo y en su pensamiento, en sus ojos, en su ser se reflejó la gratitud hacia Dios, su soledad había terminado.
-Yo soy de un lugar – dijo la mujer-ángel – muy lejano, mi facultad es estar en dos sitios a la vez y aunque me estas viendo, no por eso estoy aquí, sino en tu corazón, por eso me ves, sin embargo soy tan real como inmaterial – el caballero apenas entendió muy bien qué quería decir aquella bella mujer, y al ir a preguntar la mujer-ángel le interrumpió diciéndole, -yo te haré compañía para siempre, pero recuerda, jamás me preguntes por mis sentimientos o me iré y quizás jamás regrese- .
El caballero empezó a sentirse contento de nuevo, feliz, había encontrado a un ser extraordinario y eso lo colmaba de felicidad, empezaron a pasar lo días, el ángel-mujer y el caballero se comprendían bien, ninguno de los dos sabía que eran la misma alma, que pertenecían a un solo ser, que eran almas gemelas y por eso se sentían tan a gusto el uno al lado del otro, pasaron los días, las semanas y los meses, nunca antes había sido tan feliz.
El caballero sin darse cuenta hacía tiempo que había vuelto a caminar, cualquier camino le era fácil y las dificultades eran ampliamente compensadas con la compañía que le proporcionaba la mujer-ángel.
Una noche estrellada, el caballero alargó la mano hacia la mujer-ángel, jamás había sentido la necesidad de tocarla, solo quería saber si las palabras que le dijo sobre su inmaterialidad eran verdad y vio con asombro que traspasaba su figura y que su mano se quedaba flotando en la nada. La mujer-ángel le sonrió, cada vez que le sonreía al caballero se le dulcificaba el alma, -Quieres sentir como soy, me quieres ver en realidad- le pregunto la mujer-ángel – sí – le respondió el caballero, -bien, mañana te espero en un lugar algo apartado, pero si vas allí a un lugar llamado Vieja-torre, me verás materializada.
El caballero no dudó en ir al encuentro material de aquel ser que era parte de su alma, hacía tiempo que sabía que jamás podría vivir sin ella, que no importaba lo que tuviese que hacer o esperar, que la quería como sólo los hombres ya maduros con cicatrices en el corazón son capaces de querer.
Cuando la vio le pareció hermosa, muy bonita, sin embargo no hubo nada como mirar de cerca sus ojos, pudo apreciar en ellos la profundidad del universo, el color del alma, la esencia de la vida y supo que esperaría toda su vida para que esta mujer-ángel decidiese algún día materializarse para él, para siempre.
Así iba transcurriendo la vida para estos dos seres, unidos virtualmente, pero unidos por lazos poderosos e invisibles que difícilmente nadie lograría romper.
Un día, el caballero estaba realmente intrigado, sabía que no debía hacerlo, pero era tanto su amor hacía aquel ser, que haciendo caso omiso a lo que la mujer-ángel le dijo, le preguntó – me gustaría saber qué sientes por mi, qué sentimientos albergan tu corazón hacía el mío, por qué no me has dicho nunca te quiero – , la mujer-ángel se giró con dolor y pena hacia el caballero, aquéllo era romper la única regla impuesta desde que se conocieron y ésto era el fin de su presencia ante el caballero, levantó sus ojos diciéndole – la respuesta está en tu corazón, no hacía falta que lo preguntases, tú sabias la respuesta, te la he dicho de mil maneras un montón de veces y sin embargo siempre has dudado, lo siento, no puedo permanecer mas tiempo aquí – .
Fue el caos, un gran vacío se apoderó del caballero, su alma fue atravesada por cuchillos de dolor, la mujer-ángel había desaparecido de su vida, de su presencia; sabía que había muerto su corazón para siempre.
Volvió a encontrarse de pronto en el mismo sitio donde tiempo atrás su soledad era su única compañera de viaje y recordando el poder del cielo, volvió sus ojos hacia lo alto diciendo – Dios mío, haz que vuelva a mi lado, sin ella no soy mas que una criatura sin rumbo, sin fe, sin amor, pues solo su presencia me habla de tí y de tu grandeza; ya que eres el amor del mundo, no me abandones – bajó los ojos al suelo y cuando pensaba que nadie había oído su dolor, una voz llegada de la otra parte de la realidad, la voz de su ser mas querido, la mujer-ángel nuevamente le dijo – hola, tu Dios te ha escuchado………………